3 ene 2008

No cambies de gadget: aprende a usarlo!


Siempre he considerado, una vez superada la menos locuaz de las adolescencias, los "gadgets sociales" como un intento fallido de pertenencia a una "über"humanidad que, de ser así de mezquina, tendría a Tom Cruise o cualquier otro pelagatos por gurú posmoderno. Aunque el viejo walkman supuso para los amantes de la música un claro avance sobre el "apaga eso ya" o "ya vale de iron maiden por hoy" esta claro que la rentabilidad funcional de los nuevos gadgets está totalmente desfasada frente a lo que puede "molar" tener un iphone o conectarse via wifi a la música de mi casa desde el autobús camino a la "facul". Al igual que la estupidez (esta última, por desgracia, bastante escorada a la izquierda: faltaría más que los rojos no pudieran ser estúpidos también) de apocopar las palabras por memez o tal vez por ser incapaces de encontrar la originalidad en las palabras sino en la ausencia de ellas (habita', compa', facul', finde'), también atendemos cariacontecidos al resurgir de la tecnología como gilipollez postureísta que nada aporta, mucho muestra, oprime y, de paso: domina.
Ya casi se nos ha olvidado que la tecnología, frente a la cocina o el interiorismo, no está diseñada para producir placer estético (por lo tanto libertad), sino que agarra (nos agarra) tanto como un logos magnífico que pudiera conocerlo todo, apoderándose de las diferencias y ofreciendo a cambio variedades: una gama de colores muy reducida frente al inmenso cuadro multicolor de lo original.
No seamos tan originales. Supeditemos la tecnología al crecimiento y al conocimiento.
Como bien apuntó un día un sabio profesor en mis años de Zalaeta: nunca pases a la siguiente línea sin saber que has entendido la primera. No cambies de móvil: aprende a usarlo! No te compres un mega portatil empeñándote XX meses: linuxea! Serás más libre.

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